Una historia que no se ve… pero que muchas vivimos
Ser mujer y vivir con TDAH es como estar atrapada en una obra de teatro donde todos te piden que actúes tranquila, delicada y enfocada… mientras tu cerebro está dirigiendo un musical completo, con cambios de escena cada cinco segundos, luces intermitentes y un dragón bailando tap en el fondo.
Y tú… sonriendo.
Disimulando.
Aparentando.
Porque el mundo ha sido experto en enseñarnos a ocultar el caos.
¿Por qué tantas mujeres con TDAH no son diagnosticadas?
Porque aprendimos a compensar.
Porque ser desorganizadas se disfraza de “creativas”.
Porque olvidar tareas se esconde tras la sonrisa amable de “disculpa, es que estoy en mil cosas”.
Porque hablar de más se convierte en “sociable”.
Porque estar emocionalmente desbordadas se minimiza como “es que eres muy sensible”.
Según investigaciones recientes, las niñas con TDAH son diagnosticadas hasta 5 años más tarde que los niños (Biederman et al., 2020). Y muchas veces, no se diagnostican en absoluto.
¿La razón? Porque mientras los niños con TDAH tienden a mostrar hiperactividad visible, nosotras muchas veces manifestamos síntomas más “internos”:
- Inatención.
- Autocrítica constante.
- Ansiedad silenciosa.
- Desregulación emocional que reprimimos… hasta que explotamos.
Hormonas: las grandes coreógrafas de esta danza mental
Y como si eso no fuera suficiente, el cuerpo femenino nos da un “extra”:
las fluctuaciones hormonales.
Durante el ciclo menstrual, el embarazo o la menopausia, el estrógeno (que regula la dopamina) sube y baja como montaña rusa emocional… y con él, los síntomas del TDAH.
¿Te has sentido más dispersa, reactiva, o emocional justo antes de tu periodo? No estás loca. Estás siendo bioquímicamente alterada por tu propio cuerpo.
Sí, literal.
El problema no es solo el diagnóstico tardío. Es la narrativa.
Nos han hecho pensar que si no podemos con todo, es porque fallamos como mujeres.
Que si no somos organizadas, pacientes, detallistas y multitasking, entonces somos un “desastre”.
Pero la verdad es que:
- No eres perezosa, estás sobrecargada.
- No eres dramática, estás desregulada.
- No eres caótica, tu cerebro funciona en red… no en línea recta.
Lo que muchas mujeres con TDAH nunca dicen en voz alta:
- Estoy agotada de fingir que puedo con todo.
- Me esfuerzo el triple, pero nadie lo nota.
- A veces no me entiendo ni yo.
- Tengo tanto que dar… pero no sé por dónde empezar.
Y sin embargo… aquí estamos.
Creando, sintiendo, soñando.
Siendo madres, hijas, profesionales, amigas, compañeras.
Sobreviviendo a un mundo que no nos entiende,
y aun así, decididas a ser nosotras mismas, sin pedir disculpas.
Cierre: El TDAH no te quita valor. Te da una historia que merece ser contada.
Querida mujer neurodivergente,
no eres frágil, eres intensa.
No eres despiste, eres profundidad.
No eres falla. Eres fuerza, magia y resiliencia.